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lunes, 25 de marzo de 2013

El cuerpo es la cárcel del alma

El cuerpo es la cárcel del alma-(Platón)

Esta frase copulativa, afirmativa, nos define la palabra cuerpo; introduciendo también términos, sustantivos: cárcel, alma.
El cuerpo es, principalmente, materia. Todo lo que es material es contingente, cambiante, desordenado; nada que ver con el argé; más bien relacionado con el caos anterior. El cuerpo es el instrumento que utilizamos para recibir información del medio que nos rodea a través de los sentidos. La experiencia y las sensaciones es lo que nos aporta el cuerpo; además, el cuerpo se guía, por sí sólo, de impulsos, intuiciones, deseos materiales, lo que llamaríamos empirismo con filósofos como Hume en cabeza.
Pero nosotros no somos sólo cuerpo sino alma unido a él, o más bien, peleado con él; porque ambos nunca se han llevado muy bien. Siempre tenemos en nuestra mente la pregunta del deber y el deseo: ¿Debo hacerlo?¿Quiero hacerlo? El deber, lo que por obligación o por moral tenemos que hacer, está ligado al alma, a lo racional, al conocimiento; mientras que el querer se relaciona con el cuerpo y sus deseos terrenales.
E alma es  espíritu, conocimiento, eternidad, con ella accedemos a las ideas, al ser de las cosas (que se confunde con la verdad como dijo Parménides). El alma condiciona al hombre en conjunto, su comportamiento, su vida anterior.
Cárcel es el límite entre ambos conceptos o términos, la linde que los separa; al igual que la muerte es también una puerta, una separación, entre la vida y la "otra vida".
Cárcel es limitación, imposibilidad, es un muro que no podemos tirar, es el cuerpo. Nos impide llegar al conocimiento pleno, a las ideas en si´y no sus imágenes, proyecciones, las cuales encontramos en la Tierra, en el cuerpo.
Cuando morimos se abre la cárcel, se desintegra el cuerpo, y , según el mito del carro alado de Platón, nuestro comportamiento determina nuestro próximo cuerpo, nuestra próxima cárcel.
Ciertamente, el cuerpo es la cárcel del alma, es cruel con ella y es lo que nos diferencia de los dioses, de la eternidad. Somos contingentes y cambiantes, y el cuerpo, nuestra materia, es lo único que nos impide llegar al pleno conocimiento, a las ideas puras.

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