Una herida luce dorada,
Sangra lenta y “pasionada”,
Como fuego, como espada.
Corre, fluye, vuela,
Un suspiro consume el silencio perdido
Y las miradas pierden sus latidos.
En esta primavera dulce y serena,
Dime si tu corazón deshiela,
Si tus labios ardientes abren sus puertas
A mis deseos y a mi pena.
Mi alma solo conoce dolor,
Sin armas ni escudo ni voz
Vaga por un mundo frío y sin color
Hasta encontrar tu bello amor.
Inés Martínez Ortega
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